Carlos Climente

Digital transformation and MarketingOperationsTeaching

Rarolandia

Hace ya tiempo que escribí sobre una empresa argentina que estaba haciendo las cosas muy bien en Estados Unidos: Vajacases. Hoy quiero hablar de una empresa que me ha sorprendido muy gratamente en España: Rarolandia.

Rarolandia es una sociedad constituida por un matrimonio de Gandía (Valencia) en la que ambos aportan su know-how: ella sabe tejer peluches y él, diseñador gráfico, ha creado un branding muy cuidado y creativo. Si a ello le sumas que ponen mucho cariño y tienen un marketing muy estudiado, entonces el resultado es realmente espectacular, ahora lo veréis.

El producto

Rarolandia vende peluches divertidos. Son en realidad calcetines cosidos y rellenos de espuma con formas raras. Pero más allá de lo que es el producto en sí, Rarolandia vende un mundo.

En el imaginario de la empresa Rarolandia es un mundo donde viven unos “bichos” a los que tú puedes traer a nuestro mundo (adoptarlos). Para adoptar uno de los bichos raros y traerlos a este mundo -concretamente, a tu casa- debes pagar 10 euros, un precio simbólico.

Uno de los aciertos del producto es, sin duda el naming. Los nombres de los bichos de Rarolandia mezclan un poco el regionalismo de los compradores con la globalidad de Internet: Gatcat es un buen ejemplo. Gato se dice gat en valenciano, cat en inglés.

Así pues, el producto de Rarolandia una propiedad que a los padres les encanta: al estar hechos a mano, no hay dos iguales. Es más, como las antiguas muñecas repollo, no hay dos idénticos tampoco. El producto, además, posee cuatro propiedades que todos los niños codician y que son, a mi juicio, los mismos que hicieron triunfar a la serie animada de Pokemon:

  • Son animalitos, una de las pasiones de los niños
  • Son coleccionables porque el precio es módico, otra de las pasiones de los niños
  • Viven en un mundo de fantasía
  • Y hay una competición, en este caso para ver quién adopta más bichos como ahora veremos.

Placement

Rarolandia es de momento una tienda en facebook: no hay una tienda online todavía. Cada vez que tejen un nuevo muñeco (o una nueva colección) cuelgas fotos en Facebook para que todos sus fans sepan que están disponibles para “adoptar”.

Puesto que vender en Facebook te da una exposición limitada (solamente te pueden ver los usuarios de facebook), Rarolandia ha tejido una curiosa red de fan pages: varias páginas por colección y una central.

Pero el verdadero acierto es la foto del producto. Cuando Rarolandia saca un nuevo peluche lo fotografía en un contexto que le confiere sentido. Por ejemplo, Gatcat aparece fotografiado en un tejado –como bien le corresponde a un gato- o Malote aparece junto a un grafitti.

El precio

El precio de los bichos de Rarolandia es, creo, su asignatura pendiente. Es realmente asequible: 10 euros por muñeco. Tanto que la gente compra más de un muñeco como se puede observar en su página web.

Sin embargo, 10 euros se me antoja como un precio demasiado bajo para ganar dinero.. Quizás la solución pase por ventas cruzadas como cobrar 10 euros adicionales por poner el nombre del niño que va a recibir el juguete bordado en el muñeco. De momento hay paquetes regalo más sofisticados, pero el precio sigue siendo bajo.

Promoción

El producto se promueve solamente a través de facebook y en el packaging, del que hablaremos en el siguiente epígrafe. Los colectores de bichos de rarolandia son los principales prescriptores del producto (yo he hablado a tres madres de los bichos y mi mujer ha hablado con otras tantas). A través del botón “Me gusta” de facebook o del de recomendación Rarolandia capta nuevos clientes.

Servicio

Cuando menos se lo espera uno (tras la compra del producto) es cuando viene el +1 de Rarolandia, el beneficio añadido que te impulsa a querer comprar más: el packaging. El peluche te llega empaquetado en una botella de coca-cola limpia y en la que aparece, pintado con rotulador, el nombre del peluche.

Dentro del paquete encontramos una carta escrita para los padres y para los niños en la que se habla de la esterilización del producto y de cómo el producto ha sido portado por 50 empleados en un jet privado hasta la puerta de casa.

Finalmente, el producto viene “embutido” con una serie de corazones de seda de modo que cuando uno saca el bicho de la botella, arrastra los corazones que caen poco a poco como confetis en una gran fiesta.

Un último “subidón” que te invita a volver a comprar en Rarolandia.