Carlos Climente

Digital transformation and MarketingOperationsTeaching

La fiebre de los QR Codes

La fiebre de los QR Codes se ha desatado en EEUU. La verdad es que hasta hoy no he querido escribir demasiado sobre este tema porque no pensaba que aportaran demasiado… al menos cuando acompañan publicidad convencional. Sin embargo, cada vez hay ideas más creativas y funcionales ahí fuera.

Para empezar, Wikipedia describe muy bien el origen y la naturaleza de los QR-Codes. Últimamente estos códigos aparecen en vallas publicitarias y en el pie de los anuncios y sirven para que la gente memorice en sus teléfonos, principalmente, URLs, fichas de contacto o textos que podrán visitar en otro momento. Uno puede confeccionar su propio QR code fácilmente en sitios como SnapMaze o Kaywa.

Hasta ahora, mi sentido de la practicidad me decía que es más costoso que alguien saque su teléfono y haga una foto de un código QR para luego visitar www.pepafont.com que directamente publicar la dirección de la web. Es cierto que el uso del QR como fuente de datos encriptados y “sólo a la vista de los listos de la clase” (como el caso de CK arriba o el de Iron Man debajo) me parece creativa, pero no le auguraba una larga vida.


QR Code para pepafont.com

No obstante hay dos prácticas que empiezan a proliferar (según Peter Blackshow el año que viene habrá cientos más) y que me parecen harto interesantes:

La primera aplicación de los códigos QR que quiero destacar es la sustitución de catálogos de papel por catálogos en PDF.

Cuando uno acude a ferias profesionales vuelve con una molesta maleta repleta de catálogos de papel o debe esperar a que el comercial que le haya atendido en el stand se los envíe por correo. Si ponemos un código QR en el lomo del catálogo facilitamos la tarea a los que nos quieren comprar, ya que pueden descargar el catálogo en pdf directamente.

Por otra parte, durante mi etapa al frente del marketing de Porcelanosa USA tuve que lidiar con el problema recurrente de que la gente no podía memorizar el nombre de toda la cerámica que componía los distintos ambientes de la tienda. Lo mismo pasa con las composiciones de IKEA: son muchos muebles que anotar y memorizar por lo que un simple QR code vale para memorizar todos esos nombres con una sola fotografía.